PUBLICIDAD
diciembre 29, 2025

Miguel Bosé regresa a León y cumple una promesa pendiente ante más de 7 mil asistentes

León, Gto.– Pasaron ocho años para que León, volviera a recibir a Miguel Bosé. Desde muy temprano, la gente comenzó a llegar a Poliforum, para buscar estacionamiento y hacer fila para poder rencontrarse con su «Amante Bandido», «Duende» o «Don Diablo».

Eran apenas las siete de la noche y ya las filas se extendían por varios metros. Familias completas, grupos de amigos, parejas jóvenes y mayores. Algunos portaban camisetas con el rostro del cantante. Otros, tazas o paliacates. A cada paso, los vendedores ofrecían recuerdos. Había quien decía que había esperado años por ese momento, otros que estaban ahí porque habían crecido escuchándolo. Unos más confesaban que llevaban a sus hijos para que entendieran por qué aquella música aún les dolía o les hacía bailar.

PUBLICIDAD

El concierto estaba programado para las nueve, pero desde antes el ambiente había comenzado a tomar forma. Al ingresar a la sala C4 del Poliforum, algunos buscaban la mejor vista para las fotografías. Otros preferían detenerse en silencio, mirando el escenario que en poco tiempo se iluminaría. Faltaba poco para volver a verlo.

El blanco, rojo y amarillo, fueron los colores de la noche. Las luces se apagaron. La oscuridad cubrió la sala. Sin palabras, los músicos y coristas ocuparon su lugar. El público contuvo el aliento. Y entonces, los primeros acordes de “Mirarte”, acompañados de aplausos, gritos y luces de celulares. En el centro del escenario apareció Miguel Bosé, vestido de blanco, casi igual a la última vez que visitó León con capa. La ovación fue inmediata. “¡Bosé, Bosé, Bosé!”, le gritaban desde todas partes. Las sillas y gradas ya no importaban. De pie, el público lo acompañaba desde el primer instante.

Apenas iniciado el espectáculo, Bosé compartió algo más que canciones. Habló de su última visita a León. Dijo que en aquella ocasión no todo salió como él hubiera querido. Y aseguró que esta vez, ahora sí, había cumplido. Lo dijo frente a más de 7 mil personas, en una noche en la que no hubo distancias.

“Duende” marcó el comienzo del viaje. Luego vino “El hijo del Capitán Trueno”, canción cargada de recuerdos personales, de una historia que atraviesa generaciones. “Nena” cambió el ritmo. Con “Bambú” las manos se levantaron. “Aire soy” desató las grabaciones. En cada rincón del lugar, había alguien que hablaba con alguien más a través de una videollamada, alguien que sostenía el teléfono como si no quisiera olvidar.

Como detalle el español firmó dos discos de acetato, que traían en las primeras filas.

Las canciones fueron apareciendo como piezas de un rompecabezas emocional: “Este mundo va”, “Nada particular”, “Sevilla”, “Como un lobo”, “Amiga”, “Olvídame tú”, “Si tú no vuelves”. Algunas hicieron bailar, otras cerrar los ojos. Algunas recordaron lo que fue, otras lo que aún se espera.

En el escenario, Bosé se detenía de vez en cuando para observar. Dijo que este concierto era una celebración, que en él florecerían canciones, memorias y momentos. En medio del repertorio, dedicó unas palabras sobre la paz. Invitó a luchar por el país, a defender lo que queda, a no dejarse arrebatar lo que aún es nuestro.

En “Hacer por hacer”, la comunidad LGBT respondió con fuerza. “Morena mía” provocó nuevas ovaciones. En “Creo en ti” y “Partisano”, la sala pareció detenerse. Los cuerpos no se movían, pero las voces seguían ahí.

El público no dejaba de gritar su nombre. El encore incluyó “Te amaré”, luego “Don Diablo”. Pero aún faltaba una última escena. En el centro del escenario vacío, sin nadie más, Bosé interpretó “Por ti”. No hubo luces. No hubo palabras. Solo él, la voz y los rostros que lo observaban en silencio.

¡Comparte!

Deja un comentario

Descubre más desde Mi Estilo Bajío

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo